Poco a poco todos se van conociendo. En el taller de Satoshi Kitamura se respira un ambiente de gran concentración pero de vez en cuando la gente levanta la vista y comienza una conversación, o bien Satoshi se acerca y se interesa por la evolución de los trabajos.
No es fácil estar a la altura de lo que cada uno espera de si mismo. Con Sophie Blackall es diferente porque ella transmite una gran alegría. Nada es definitivo y todo tiene remedio.
La palabra silencio donde más se vive es en el taller de Daniel Nesquens y Elisa Arguilé. Daniel se ocupa de los textos, los examina con lupa y ayuda a que lleguen a buen puerto.
Mientras tanto Elisa pasa uno por uno mirando sus imágenes y ayudando en la parte gráfica. Ambos son muy cercanos, están pendientes de la evolución de cada uno.
Por último esta tarde hemos tenido una mesa redonda en el Museo Patio Herreriano sobre las posibles alternativas a la promoción tradicional, fundamentalmente la presencia de los ilustradores en la red.
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