Cuando la revista New Yorker ofreció a Max la oportunidad de hacer esta ilustración como portada de uno de sus números sintió que había cumplido uno de sus sueños. "Para mí fue tocar El Olimpo", dice Max.
Cuesta creer que su fuente de inspiración fuese un cuadro de El Bosco titulado "Cristo con la Cruz a cuestas", pero es cierto. Él asegura que si te fijas bien hay muchos rostros que son casi idénticos.
Cuando entregó el dibujo a los editores éstos le respondieron que necesitaban negros, hispanos y judíos. "Son todos blancos", dijeron. Así que Max repitió la ilustración incluyendo notas raciales de fácil identificación. Al llegar su nueva versión al New Yorker tuvo que enfrentarse a un nuevo problema: "los judíos no pueden tener nariz aguileña y los negros tampoco pueden tener los labios gruesos". La reacción de Max fue así de literal: "joder macho, ¿qué coño quieres que haga?".
Fueron necesarias tres versiones para dar con la ilustración que gustara a los editores. Así trabajan en el New Yorker, tal vez por eso sea la revista que mejor paga, con diferencia, a los ilustradores de todo el mundo.
Yo aceptaría cualquier capricho suyo por tal de ilustrar para ellos. En fin, sueños que tiene uno.
ResponderEliminarEl significado que para un ilustrador tiene la llamada de los editores de la revista "New Yorker" debe ser algo parecido a lo que siente un chaval de barrio cuando al descolgar el teléfono le dicen que le llaman del Real Madrid, aunque sea para hacer una prueba. Max reconoce haber hecho varias pruebas para el New Yorker que nunca fueron publicadas ... y estamos hablando de Max.
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