domingo, 14 de noviembre de 2010

Metidos en harina


El viernes el programa de las jornadas del Salón del Álbum Ilustrado en Alicante presentaba una mañana de conversaciones: la primera, "El niño en el álbum ilustrado", en la que participaban Ignasi Blanch, Antonio Santos y Juan Vidaurre (ilustradores), moderada por Brenda Bellorín (especialista de la UniversidadAutónoma de Barcelona), se desvió más pronto que tarde del tema propuesto.Una pena, porque a muchos nos interesaba profundizar en la cuestión mil veces planteada a los ilustradores: ¿piensas en los niños receptores al realizar tu obra? Aunque parezca sorprendente, la respuesta general suele ser "no", y esta era una buena oportunidad para conocer el alcance y el sentido de ese "no" o las posibilidades de que también exista el "sí". De los temas alternativos que en un momento surgieron en la conversación, estuvo la interesante reivindicación de la práctica más canónica del dibujo como un elemento esencial en la formación y trayectoria de un ilustrador.


La segunda mesa redonda de la mañana llevaba por título "Ilustrar la vida, entender el mundo", y participaron Fernando Vicente, Jordi Vila (ilustradores) y Diego Moreno (editor de Nórdika), moderada por Juan Mata (especialista de la Universidad de Granada). Aunque aquí el tema estaba más enfocado a que los ponentes, no exactamente dedicados al libro infantil, aunque sí al libro ilustrado, mostraran su trabajo y las conexiones con el álbum, se aprovechó para dar cierta continuidad a temas tratados en la conversación anterior, con planteamientos de un gran sentido común y de llamada a la libertad en el acceso al libro por parte de los niños: es el lector el que decide cuándo hace suyo un libro, ya que la complejidad depende de la capacidad del lector y no del texto o de la imagen. Se habló de la banalización global que afecta también al discurso sobre la lectura y el libro, y la importancia de que todos los agentes implicados en su creación y difusión tengan altas aspiraciones: formar mejores personas, mejores lectores, mejores ciudadanos. Y para eso parece que sería interesante dejar a un lado tantas discusiones finalmente estériles sobre si el ilustrador es artesano, artista o autor, lo que es álbum y lo que no, si es primero el autor del texto o el autor de la imagen, etc. Me pareció hermosísima la mención a una frase de André Breton, que llama a la reflexión sobre la responsabilidad creadora, "los libros de nuestra infancia, con sus páginas resplandecientes de luces y sombras, decidieron quizás, por encima de cualquier otra cosa, la naturaleza de nuestros sueños".

Por la tarde, se proyectó la película infantil de imagen real "La casa de la Luz".

La mañana del sábado amaneció con el plato fuerte de un mano a mano entre Javier Sáez Castán y Pablo Auladell, que hablando de su trabajo, tocaron el apasionante tema de la conexión en el espectador: ¿cómo crear para que esto suceda? ¿Se puede provocar? ¿Son válidos para ello los referentes universales que se ocultan en las "imágenes invisibles"? Disfrutamos mucho con su conversación sobre la relación e influencia en su trabajo de otras disciplinas artísticas, y desde luego, fue un placer oír hablar de "fascinación", "conmoverse", "la importancia de descubrir"o "lo esencial de hacerse preguntas".

A estas alturas de las jornadas, tanto porque el tema salió en varias ocasiones de forma explícita, como por la percepción que se desprende la intervención de algunos de los espectadores y de la percepción de algunos de los ponentes, es clara la necesidad de formación que existe, tanto para los profesionales como, de forma específica, para los mediadores. La cadena de puesta en valor del álbum ilustrado se rompe por muchos de sus eslabones...

Con este regusto de haber oído temas reiterados con frecuencia en estos foros, y que por tanto continúan vivos e irresueltos, y de percibir lo mucho que queda por aprender y por caminar, nos encontramos con una clausura de lujo a cargo de Isidro Ferrer y una de sus espléndidas puestas en escena "Donde habita la cabeza". Una llamada a la libertad creativa, pero también al rigor, a la honestidad y a las cosas bien hechas.


Y para terminar, contaros que la exposición "Arte y Albumes Ilustrados", situada en el mismo Centro Cultural Las Gigarreras, nos ha brindado la oportunidad de hacer un recorrido divertídisimo y estupendo por las conexiones entre arte e ilustración, con un planteamiento idóneo para los niños, a nivel divulgativo, pero también excelente en su planteamiento estético y en el nivel de comunicación elegido, que seguro será tan apreciado por los niños como por los adultos. Dentro del montaje general, encontramos el regalo de una pequeña exposición de obra original de Luis de Horna.

3 comentarios:

  1. Qué suerte que hayáis estado allí. En Madrid ha hecho un frío...
    Gracias por hacer un comentario tan sintético y ameno (cosa nada fácil, ;-).

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  2. Qué buena crónica de vuestra visita. Siempre se aprende con vosotros.

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  3. ¡Muchas gracias! Es mucho más motivador ir a estos encuentros sabiendo que se va a compartir.

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